No es MTV, es Rockervolución TV

miércoles, 25 de abril de 2007

Camaleones adolecentes

Un fenómeno que recuerdo de esos años es la transformación de la moda. En los 80s el cabello largo, el gel para mantenerlo esponjado, los pantalones bombachos, la mezclilla deslavada, las camisas de seda, los top sailers, la ropa de marca, y otras tantas cosas hacían presa fácil de nosotros. Había que estar IN.

Pero por otra parte estaba "la banda". Esa banda del Chopo en sus pantalones vaqueros "strech", con chalecos o chamarras de cuero, botas o tenis de lona, playeras del grupo favorito, y estoperoles en los cintos y otros accesorios.

Creo que pasamos por un poco de todo eso, tratando de encontrar una identidad. En los grupos donde he estado no le hemos dado mucha importancia a eso, pero en otros casos la imagen es esencial, es parte de lo que vende.

viernes, 20 de abril de 2007

Historias de tolerancia familiar y social

En cierto momento cuando se toma la idea de tocar en serio, se llega a un nivel donde el tiempo de ensayo se extiende. Puede empezarse con 30 minutos o una hora, pero inevitablemente este tiempo llega a prolongarse a sesiones de 3 o 4 horas, o más. Es cuando estos lapsos se prolongan y empiezan a presentarse colisiones de horarios con los jefes de familia. En lo personal, siempre he apreciado muchísimo el apoyo y la confianza que mi madre nos dio, con la única limitante de bajar el volumen y evitar percusiones después de las 8:30 pm.

También es de tomar en cuenta a los vecinos que nos aguantaban no solo en los ensayos, sino en las pachangas que armabamos (y que fiestas).

Y en otras casas tuvimos la misma fortuna para los ensayos. En casa de la abuela de Hugo, de Poncho y Manolo, de Fer.

De hecho en casa fue la primera vez que recibimos un halago en forma de: "bajenle al disco", siendo que eramos nosotros quienes tocábamos.

Mi mente dijo que no

Cuando quieres tocar rock, y estas empezando, por lo regular se genera una considerable cantidad de ruido; este estruendo es una combinación de volumen alto, demasiada fuerza al golpear las cuerdas de la guitarra, imprecisiones de digitación, formación del sentido de ritmo, entre otras causas.

Durante esta etapa e incluso si se llega a tocar algo audible, hay un comentario recurrente en las personas que nos rodean, a veces en tono de broma a veces en serio. La perorata consiste en que deberíamos de dedicarnos a tocar cumbias, quebraditas o ritmos populares similares ("eso es lo que deja jóvenes").

Aunque hay que admitir que los grupos de estos géneros que aparecen en la TV traen un super equipazo para hacer "trurututututum" a ritmo de un pasito coreográfico previamente ensayado y suficientemente sencillo para que la concurrencia lo imite, los patrones ritmicos y melódicos de mas del 90% de ese material son los mismos de siempre. Varían las letras de las canciones con temas románticos, de despecho, del narco o de tintes machistas.

Para tocar rock, no solo hay que empeñarse en la práctica y dominio de un instrumento. Hay que tener principios y tener sentido de lo que se quiere comunicar. Volverse parte del sistema de muñecos de acción diseñados para las grandes campañas publicitaria es similar a prostituirse ideologicamente, asi que por lo menos YO PASO.

jueves, 19 de abril de 2007

Comparte lo que sabes

Hasta principios de los 90 mis conocimientos musicales eran limitados, aunque trataba de estudiar y preguntar. Conocía la notación de tablatura, algunos acordes, principios elementales de la estructura de piezas de blues, y como todos, había registrado en la memoria la parte rítmica de varias canciones, aunque los solos siempre me han fascinado e intrigado.

La primera y única persona a la que le pase estos modestos conocimientos fue a Vlad. Al principio fue difícil, pues educar las manos para la guitarra es un proceso por lo menos de unos 6 meses, y por momentos puede ser bastante frustrante. Pero la idea de que él aprendiera no se daba en un esquema de clases particulares, sino de tocar juntos. Gracias a su dedicación pronto tenía quien ejecutará la base rítmica para dedicarme a explorar la parte melódica y de improvisación.

La prueba de fuego fue un mini concierto que organizamos en casa solo para los amigos, donde tocamos los dos por cerca de 1 hora. Hasta pusimos luces y no recuerdo que mas, pero fue solo a 2 guitarras, y salió de lujo.

Algo que me preguntaba era como le hacía para sacar las canciones "de oido", a lo cual replicaba que erá práctica; o como dicen los estadounidenses "un buen pitch".

Poco a poco también el logró hacerlo e incluso actualmente el hace cosas sorprendentes en el estilo flamenco y clásico que es donde se interesó más.

Así que aunque de manera informal, la práctica y la consistencia pago sus frutos.

Algo que todavía llegamos a hacer de repente es que el toca y yo canto, y suena bastante decente.

Ampliando horizontes

Por ahí de 1989 debo haber conocido a Omar y a Pablo. Pablo era todo un caso: escribía y tenía bastante potencial, cantaba emulando a Jim Morrison, y en esos días era consumidor de charanda.

Por otro lado, Omar tocaba la guitarra, y algo que me llamó la atención fue su peculiar estilo con tintes de rag time y blues. Incluso años después me vendió un libro buenísimo de cuentos beat neoyorkinos, lo cual fue una lectura diferente y atrevida.

El caso es que a Omar le vendí mi segunda guitarra para pagar mi inscripción a la universidad; una Yamaha roja (excelente instrumento).

Me parece que nos habremos juntado para tocar unas 5 veces, e incluso en una ocasión intentamos participar en un concurso de talentos de mi escuela, con la mala fortuna de que se voló el sistema de audio.

Pero recuerdo especialmente una de esas sesiones donde hicimos el experimento de tocar totalmente a oscuras. Era improvisación pura. Aunque al principio es desconcertante, poco a poco tomó forma y aunque por desgracia no hay una grabación, fue una gran experiencia. Una especie de entrenamiento ninja para despertar otros sentidos. Es como en esa película donde metían a una persona en un tanque de aislamiento para meditar; incluso el sonido crea un ambiente por si mismo, ya sin los distractores visuales comunes.

Un gran jam, obscuro y misterioso.

miércoles, 18 de abril de 2007

El inspirador performance del Toñin

Pero ¿cómo olvidarlo? No se si la primera vez lo vimos en una fiesta, pero cada que sonaba Satisfaction o Sympaty for the devil de los Stones, era de rigor que el Toñin se aventara su performance a la Jagger.

Incluso una vez tocando en casa en una reunión de petit comite donde salió la guitarra, le hablamos específicamente para tocarla en vivo. El feeling que le ponía era único, y prendía a todos. Era como un trance en el que caía y se transformaba.

Una actuación más folclórica era su peculiar interpretación del ET de Rockdrigo González. No manches, la primera vez que lo hizo no podía parar de reir. Era algo cómico, pero había histrionismo.

Eso es sentir la música y eso es un show man.

¡Salud hermano!

La edad del descubrimiento

Cuando estábamos en la prepa, empezamos a escuchar una gran variedad de música. Por un lado, estaba las influencias ambientales en su gran mayoría formadas por la música pop de los 80s. Recuerdo a Hugo que de repente llegaba con cintas de los Hombres G, la Trinca y otros grupos españoles que escuchaba en sus escapadas a un bar con su familia, además de algunos descubrimientos como INXS o Bon Jovi que de repente le llegaron de regalo. Pero los mayores hallazgos fueron en los discos de su tío, que era super fan de Genesis.

En casa de Adriana también descubrimos la discografía de su mamá, que a muchos no les significaba gran cosa, pero con Tobi al lado era un tesoro: Bob Dylan, John Denver, Simon & Garfunkel, Eagles; sobre todo cuando el Tobias se reventaba su rola de Escorpio, estas influencias cobraban sentido.

Nuestra querida miss Mary, nos introdujo a Manheim Steamroller (Fresh Air) y Vangelis.

El buen Iván nos compartió su discografía de Black Sabbath; sobre todo el épico Live Evil.

El New con su gusto vanguardista por U2 que más tarde fue un hitaso.

Eduardo que era fiel fan de Metallica (a quien programaban en el radio en las madrugadas).

Renato y su banda que descubrieron a Guns & Roses.

Alberto (el novio de Tatiana) nos expuso al virtuosismo de Rush.

Luis Felipe V quien nos indujo a Marillion y las desgarradoras letras de Fish.

Pero el que se volaba la barda en esos días era Paco. Con sus travesías por España llegaba con noticias de los conciertos que se daban por allá y era un shock; en esos años conciertos de bandas grandes en México...ni de chiste. Pero llegaba cargado de cintas de Pink Floyd, a quién hace poco habíamos encontrado en los discos de Adriana (el Dark side of the moon), pero cuando escuchamos el Ummaguma, Meddle, Wish you were here y otros, la perspectiva cambio; y fue algo más profundo cuando conseguimos la película de the Wall. No se cuantas veces la vimos, pero nos significaba algo que solo podíamos sentir y era difícil de expresar.

El otro grupo insignia fue Yes, de quien conseguimos conciertos, discos y todo lo que se podía, pues es música con la que viajamos.

Nuestra capacidad de sorpresa se veía apabullada por todo este material fresco y variado, que dejó una huella profunda en nuestras vidas.

Cada generación supongo que pasa por un proceso similar, aunque ahora con la ventaja de una disponibilidad mayor a los materiales. Pero en esos 3 años fue una bendición escuchar de todo y en su mayor parte, música de primer nivel.

Consiguiendo las fuentes de inspiración

Desde mi infancia me gustó el rock, pero conseguir discos y cintas a veces era complicado. Tal vez al principio uno no es tan exigente, y te conformas con lo que hay; pero conforme te clavas con un grupo o un género empiezan los problemas, y más en esas épocas (los 70's y 80's) donde la industria discográfica editaba poco y mucho material del bueno solo podía conseguirse importado.

Los primeros discos se los encargaba a mis padres y ellos veían donde los conseguían. Si no mal recuerdo los primeros sitios donde iba a comprar discos era en Zorba (a la salida del metro Insurgentes) y Acuarius (en la calle de Coahuila, al lado del mercado de Medellín). En especial Acuarius siempre ha sido una tienda especializada, y era el único punto de enlace donde podías enterarte de cuando iba a salir un disco nuevo (la otra era leerlo en revistas como Rock Pop).

Además, era todo un rito, pues los acetatos los cuidaba como a la niña de mis ojos. En esa época ni hablar de piratería. Se intercambiaba música en cinta, y siempre te esmerabas en comprar cintas de cromo o metal para tratar de que la fidelidad fuera la mejor; el intercambio se trataba como un favor personal.

Un paradigma radicalmente innovador fue conocer el tiánguis del Chopo. recuedo que Tobi nos llevó por allá atrás de Indios Verdes, por una zona industrial, donde en una calle había mucha gente vendiendo sus acetatos y sus respectivas fundas, cintas, copias de partituras, los más sofisticados videos, y hasta las famosas "guitarritas" que eran hermosas artesanías replicas de las guitarras más solicitadas. No olvidemos las famosisimas nieves de limón, piñón y guayaba del señor del fondo (que al parecer trabajaba en el Zumarraga).

Pero en el Chopo (que luego se paso atrás de ferrocarriles allá por Lindavista) el surtido era mucho muy superior al de las tiendas, sobre todo por que la gente que vendía en realidad estaba super clavada en el material que llevaba. Por ejemplo, ahi fue donde conseguí mis primeras cintas de Camel, Marillion, Vangelis, Yes, Jethro Tull, Tangerine Dream y otras novedades. Esos discos casi no se conseguían por lo que las cintas eran el único medio para escuchar a estos grupos. Pero más allá del acceso a la música estaba la contracultura del lugar: podías ir disfrazado de lo que quisieras. Punks, rockers, hippies, chicos banda, y a fechas recientes patinetos, rastas, darketos, vampiros, skatos, activistas políticos...eso si es diversidad.

En esos tiempos ni p idea del MP3, aunque se está convirtiendo en una medio para democratizar la cultura musical.

Hoy día dominan la escena cadenas de distribución como Mixup, pero nada como la magia de esos lugares donde también comprabas posters, playeras, pines y ante todo, conocías gente con las mismas inquietudes musicales.

martes, 17 de abril de 2007

Se empieza con lo que se puede

Haciendo memoria, creo que empezamos a tocar con guitarras acústicas. Hugo llevó la que tenía, yo tenía una mas pequeña e incomoda, pero sonaba, y Eduardo me parece que además de la eléctrica también tenia una de palo. Para las percusiones fuimos desde pegarle al sillón de la casa con una baquetas, hacer un ruido infernal con el tambor de guerra que Hugo trajo de su casa, andar experimentando con una caja de ritmos que Paco consiguió de un estéreo Sony (o algo así), hasta hacer percusiones con botellas de vodka vacías.

La pieza central que nos permitió guardar esos sonidos era un estéreo Philips de doble casetera y con entradas auxiliares y de micrófono. Claro, el micrófono era uno pequeño pero bastante bueno que consiguió Hugo.

Me cae que cuando uno se propone hacer ruido, todo sirve :)

Aprendiendo el oficio

Esto de ejercitar la memoria para recordar cosas de hace más de 20 años es todo un reto :)

De los días de Oblivion, recuerdo que fue la época donde empecé a escribir. Un poco de todo: notas breves, poemas, reflexiones. Y fue por el grupo que me interesé en escribir canciones.

También algo que retomé fue la guitarra. Con la ayuda de Eduardo me introduje en la sencillez de los "power chords"; con eso podías tocar punk, rock, metal, cualquier cosa que sonará dura. De hecho en esa época fue que compré mi primera guitarra eléctrica, una Honner estilo Les Paul negra, la cual conectaba a un viejo amplificador de un estéreo Garrard con una maraña de cables, y el talí lo hice con un par de cinturones viejos.

Nada como aprender por uno mismo. Desde como afinar el instrumento, saber para que sirven los controles de volumen y tono, así como los cambios de pastilla, comprar y cambiar las cuerdas (y recibir uno que otro chicotazo por tensar de más), acostumbrar a la mano izquierda a una posición poco ergonómica, y tantos detalles que implica tocar una lira.

Y mientras veíamos las revistas como Guitar Word, imaginábamos que algún día podríamos tener una de esas super guitarras que anunciaban nuestros héroes, aunque se veía lejano. Aunque a veces la vida da oportunidades en forma de visitas a las casas de música de renombre como Verkamp, donde uno saliva solo de ver lo que hay en exhibición. En una de esas ocasiones, en la casa Ramsa que estaba en el conjunto del cine de las Américas, sucedió que nos hicimos cuates de los que atendían y nos platicaban de las características de los instrumentos; eso fue poco antes de que cerraran. Una lástima pues empezaban a producir unas réplicas muy buenas tipo Gibson.

lunes, 16 de abril de 2007

Oblivion: la primera experiencia

Era 1986 y estábamos en la preparatoria. Como es usual, varios elementos se unieron al grupo de los que ya veniamos de la secundaria. Pero uno de estos personajes cambiaría nuestra percepción de la música por siempre: el estimado y bien ponderado Eduardo Aoyama. Sucede que Eduardo, como a varios de nosotros le encantaba la música, en especial el metal; pero a diferencia de todos el llegaba con un accesorio hasta la fecha poco conocido en vivo, y en terrenos de la escuela menos (muy a la Richi Valence): una guitarra eléctrica.

De inmediato hicimos buenas migas, y como era costumbre por aquellos años empezamos a intercambiar cintas con selecciones de rolas de la discografía más codiciada (aún en vinil) y hasta de extractos de la programación de radio que se atrevía a transmitir este género tan temido.

Aunque no recuerdo bien las circunstancia, salió que en algún momento de mi vida había intentado aprender a tocar la guitarra, aunque la experiencia no fue muy buena considerando que el estilo del maestro era de música folklórica, pero total que un día nos juntamos en casa y me puse a cantar, el a tocar y poco a poco empezamos a aprender como sacarle provecho al pequeño estéreo de casa y a una maraña de cables. Más dramático fue cuando Eduardo llevó un pedal de efectos (un flanger) y la guitarra sonaba "cuangg".

No recuerdo cuanto nos llevo, pero en una primera alineación nos reunimos Eduardo, Hugo, Paco y un servidor. Paco por ese entonces andaba muy clavado con la mezcla de audio y compró una mezcladora, donde empezamos a conectar un par de guitarras y un micro; así que el se convirtió en una especie de productor/ingeniero de sonido.

Después conocimos a Jorge, amigo de Eduardo que tocaba el bajo. Como olvidar esa visita al cuarto de servicio de su casa donde ensayaba y todas las paredes estaban cubiertas de cartón de huevo (que para amortiguar el ruido).

Y luego vino el nombre del grupo. Tras un par de días de incesante búsqueda al azar en varios diccionarios y enciclopedias encontramos una palabra que nos gusto: OBLIVION.

No cabe duda de que cuando a uno se le mete una idea en la cabeza, el límite es el cielo. Hasta diseñamos nuestra cajita para el demo, le encargamos a un compañero (Samir) que nos hiciera un par de bosquejos de un logo, y le pusimos los créditos y todo el show, aunque para ese entonces tendríamos 2-3 canciones bastante rudimentarias.

Pero nos tratábamos como estrellas. Nos organizábamos nuestras sesiones fotográficas (la mejor fue la épica en el Hotel de México, con los murales de Siqueiros), las pedas también eran de rigor, pero era más la convivencia que otra cosa, pues nuestros conocimientos musicales no daban para más.

Todo duró hasta 88. Pero la aventura solo había comenzado.

Damas y caballeros:

La primera vez que escuche la música de Black Sabbath, AC/DC, Kiss, Iron Maiden y otros tantos, había algo en ese ruido (según mi abuelita) que me agitaba, me emocionaba y ante todo me hacia sentir vivo. Aunque después conocí a Bob Dylan y a otros autores más densos, la rock & roll radica en lo sencillo.

Esto me inspiró en mi adolescencia a tratar de "hacer ruido", y desde entonces es algo que disfruto como nada.

En este espacio pondré algunas de mis experiencias e ideas con respecto al rock. Hasta el momento no se me había ocurrido hablar de este tema, pero creo que hay mucho que compartir, pues cada generación y persona lo descubre y percibe a su manera. Por eso, el rock es la expresión cultural del siglo XX que llegó para quedarse.

Larga vida al R&R!!!!!!!!